Un
día lluvioso es un día excelente para vivir. Yo formo parte de las nubes, en el
cielo. Y tengo millones de hermanas y hermanos gemelos. Todas nacemos en días
lluviosos. Y aunque puede parecer una vida muy triste, no lo es en absoluto.
En
el campo, tras largas temporadas de sequía, somos indispensables. Actualmente
se nos llama con rezos, hace mucho tiempo con rituales. Por otra parte, también
hay mucha gente que nos odia. Algunas razones son absurdas: si estropeamos su
peinado, otro que pueden coger catarro. ¡Caramba, nosotras también tenemos
derecho a vivir!
Cuando
pienso en mí, me veo muy parecida a mis hermanas. Pero en el fondo soy muy
diferente. Aunque me confundan, yo soy más gordita y tengo mucha fuerza. Y eso
fue precisamente lo que me llevó a experimentar mi aventura. Estaba yo,
divagando y viendo el maravilloso parque de la Florida, en Vitoria-Gasteiz, que
todo el mundo debería conocer, sobre todo en Navidad por su precioso Belén a
tamaño natural. Cuando de pronto, choqué contra una hoja y me quedándome
estancada.
¿Qué
podía hacer? Esta era una fuerte amenaza contra mi vida. Hasta que, por fin
pude deslizarme hasta el aire otra vez. Esto debía agradecerlo a mi entrenamiento
de espía en mi hogar, las nubes, lugar perfecto para controlar el mundo. Y eso estaba
haciendo cuando choqué brutalmente con un paraguas asesino. Un objeto negro y
letal que pretendía acabar con mi vida. Pero yo no podía permitirlo, así,
comencé a realizar mi movimiento ultra secreto y me tiré de cabeza, huyendo del
paraguas. Hasta que aterricé con todo mi gran peso, en lo que las personas
llaman nuca. Me reí muy fuerte, ya que le debía haber hecho mucho daño. Estaba
segura de eso, si no ¿por qué iba a dar un saltito?
Preocupada,
por si se iba a tomar la revancha, me deslicé dentro de su camisa, la cual
parecía amenazadoramente calentita. Hecho totalmente excitante, ya que estaba
muy empinado. Y para rematar, el hombre no dejaba de tener escalofríos. Bueno,
esta sería mi venganza, por utilizar al paraguas asesino contra mí. Allí,
descubrí que no estaba sola. Había otra gota de agua, intentando hacer lo mismo
que yo. Al hablarle descubrí que esa gota no era un hermano mío, sino, el
vecino de la nube de enfrente. El cual, a pesar de mis múltiples intentos por
llamar su atención en el pasado, me había ignorado. Centrándose en una de mis,
ya difuntas, hermanas mayores.
Éste
era mi momento de conquistarle, así que me hinché de agua, para estar más
guapa. Pero no conté con que esto me hiciera avanzar más rápido. Y gritando,
casi me choqué contra él, pareciendo completamente idiota. Pero el muy altivo
me paró. Y sonreí como una tonta. Sin darme cuenta de lo que él me preguntaba,
preocupado. Hasta que salí del shock y respondí. A partir de ahí seguimos el
viaje de forma animada y amigable. Recorriendo todo el cuerpo de la persona,
teniendo problemas únicamente con el calor que irradiaba aquel cuerpo. Mientras
hablábamos y reíamos descubrimos el montón de cosas que teníamos en común.
Finalmente
llegamos a los zapatos, el que sabíamos que sería nuestro final. Así me armé de
valor y le di un gran abrazo. El cual el me correspondió demostrándome su amor.
Y continuamos abrazados hasta convertirnos en una sola y gran gota de agua. Y
nos deslizamos hasta la muerte, los dos juntos y felices.
Un beso voladooor
pd
No hay comentarios:
Publicar un comentario