sábado, 10 de febrero de 2018

Diario de un zapato



Hoy he nacido, de eso estoy convencido, pero no veo la luz. Estoy encerrado, en una caja, de cartón, con otro zapato que dice ser mi par ¡Vaya barbaridad, pero si no lo conozco de nada! Bueno, he decidido adaptarme.
                Llevo varios días encerrado, en la caja y he descubierto que tengo muchas cosas en común con mi pareja. Somos iguales de color, tamaño y modelo, pero su forma es justamente la inversa a la mía. Creo que por fin veo la luz, la tapa se está abriendo. Y veo unas manos enormes, claro mi tamaño es la talla 36. Estas manos nos cogen, a mi par y a mí, para llevarnos a una caja mucho más grande, aunque esta vez es de cristal. ¡Por fin! me alejan de esas bolas de papel que me obligaban a estirarme. ¡oh, oh…! Me van a poner una cosa de plástico en su lugar, esto es más duro, no sé cómo me adaptaré a aguantarlo. Al observar la caja nueva veo que no estamos solos, hay más zapatos. En pocos minutos, logro calar a todos los zapatos. Están en un lado de los niños, con tamaños inferiores al mío (algo difícil de lograr). En los infantiles, ya se ve quienes serán los abusones y a la vez atrevidos, quienes serán los elegantes, los monos, los nudistas y los frioleros. En la edad adulta, están los mismos, pero deben añadírsele los sexys.
                Para mi humilde desolación, soy de los monos, una bailarina simple, cómoda y bonita. La razón de mi desolación es que me he enamorado de una zapatilla de deporte que ni me mirará. La zapatilla en cuestión es un zapato valiente y un poco imponente. Si miro fuera de la caja, veo a muchos zapatos caminando, yo no puedo hacerlo, luego será gracias a los pies de las personas, hay miles de zapatos, unos más limpios y otros más sucios.
                Han pasado varios días en los que me dedico a estudiar a la gente entra. Veo que pasa a la habitación de detrás y se prueba varios zapatos antes de comprarlos. Parece bastante incómodo, y que te deforman. He visto que a algunas personas les huelen los pies, y por el calzado, creo que es una broma pesada de éste para que los deje en paz. Me he enterado que cuando se cansan de nosotros, o nos rompemos, nos tiran rápidamente a la basura, donde fallecemos. Esperemos que a mí no me ocurra eso, lucharé con todas mis armas.
                Presiento que hoy va a ser mi día, hoy por fin podré moverme. Empiezan las rebajas. En efecto, hoy descubro que han pedido mi modelo en mi talla. Es el momento de probar un pie. Espero no sudar tanto como para hacer que le huelan los pies el primer día. Este pie está frio, pero es suave y tiene unas uñas cortitas que no me herirán. Es cómodo este pie, aunque creo que me deformará un poquito.
                Tristemente, parece que me vuelven a meter en la caja. Ufff, menos mal que mi nueva dueña no quiere cajas, así que me meten en una bolsa, asfixiante. Al llegar a mi nuevo destino, me meten en un zapatero. Es un sitio enorme y muy bonito, y lleno de compañeros, lo único que no me gusta es que esté oscuro.
                Vuelven a abrir el armario y, esta vez, yo soy la elegida. Nos calzan a mi par y a mí, conjuntados con un precioso vestido de verano. Creo que acudimos a una cita, seré buena y no le haré sudar (de momento). Si me lleva a un sitio muy caluroso sí, le haré sudar y que suba tufillo. Es maravilloso poder andar, vamos a una cita y estoy muy nerviosa ¿quién será el otro par de zapatos?
                Al acercarme, veo que no son zapatos sino zapatillas. Y no son unas cualquiera, son las de la tienda. Ahora estoy mucho más nerviosa, pero me tranquilizo cuando me cae una gota de refresco. Es solo una deportiva, nada puede pasar. Cuando estamos cara a cara descubro que es más agradable, y tenemos historia común.  Sin haberlo esperado, está siendo una tarde increíble. Creo que éste es el comienzo de una bonita amistad.
Un beso voladoor

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